19 de febrero de 2014

El Maestro del Prado por Javier Sierra

 Atención a navegantes: para disfrutar al 100% con este libro se requiere dos buenas aptitudes. La primera, hay que tener un cierto interés en los cuadros y lo que ellos pueden albergar; y la segunda, hay que disponer de la inocencia (en el mejor de los sentidos posibles) para creer que todo lo que se explica en el libro puede tener una raíz de verdad. Si no es así, quizás no es el libro que estás buscando.

El buen maestro llega cuando el alumno está preparado”.

El libro empieza con una nota misteriosa donde no queda claro que porcentaje de verdad vas a leer. Y, para mí, ahí empezó su encanto. Mantener en vilo al lector es una buena manera de enganchar al mismo. El protagonista, Javier (el propio autor del libro), conoce al misterioso Luis Fovel, el cual guiará al joven Javier a través de una serie de obras de arte que esconden más de lo que parece a simple vista.

Para el deleite de los lectores más ávidos de comprobar la veracidad de todo lo que le rodea, para cada cuadro al que se hace mención en el libro, se dispone de una fotografía a todo color, y una calidad más que aceptable para poder ver, in situ, si lo que el maestro Fovel nos esta explicando es verdad. Puedes adentrarte en la historia a través de los cuadros y sentirse en medio del Museo del Prado, e incluso, una buscadora de la verdad. En este sentido, quiero poner un especial énfasis al capítulo que se habla del “Alfabeto de la Muerte”, donde confieso pasarme un buen rato buscando cada letra como si fuera un historiador más.

El ritmo de la historia se vuelve trepidante después de varias enseñanzas del Maestro y sobretodo, ante la posibilidad de no recibir ninguna más, cosa que provoca en el protagonista una angustia que se contagia al lector, que pasa las páginas buscando más conocimiento. Curiosidad tras curiosidad, el Maestro Fovel nos abre los ojos a una visión diferente de la historia, de la religión y de las posibilidades olvidadas que ofrecen los cuadros sobre éstas.

No quiero revelar ninguna de las enseñanzas del Maestro porque pienso que debe ser el lector el que las deleite y las saboree una a una, en su justa medida y en el momento preciso. No quiero decir ningún cuadro, para que cada vez que se lea el título de un capítulo sea una pequeña sorpresa. Y sobretodo, no comentaré nada del final, porque los finales son sagrados, y hay que respetarlos.

En conclusión, si en el primer párrafo has sonreído al comprobar que tenías las aptitudes para ser sorprendido por este libro, déjate enamorar por él. Si no es el caso, dale una oportunidad: el saber no ocupa lugar.

“- ¿Y cómo le encontraré?- Búscame en esta galería. Siempre estoy. Y si por lo que fuera no me vieras, prueba en la sala 13. Es mi favorita.”

Se merece un:

Nynia

www.javiersierra.com/‎

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