Editorial: Salamandra Black
Nº
Pág.: 368 pág.
Género: Thriller, Suspense
Primera
edición: Octubre 2017
Volver a Kiewarra, pequeña comunidad al sureste de Australia, es lo
último que el investigador de delitos financieros Aaron Falk desea. Y no
sólo por el sol abrasador y la sequía pertinaz que han dejado al ganado
famélico, a los granjeros desesperados y a la población desquiciada,
sino también por el temor a que su presencia reavive las heridas que su
precipitada partida dejó abiertas veinte años atrás. Sin embargo, cuando
le comunican que Luke Hadler, su amigo de la infancia, y su familia han
muerto de forma violenta, presuntamente en un acto de parricidio y
posterior suicidio, se siente obligado a regresar. Recibido con
manifiesta hostilidad, Falk se propone no quedarse más de un par de
días, pero las súplicas de los padres de Luke para que intente aclarar
las circunstancias de la muerte de su hijo harán que reconsidere su
decisión. Así, mientras colabora de forma extraoficial con el sargento
Greg Raco, el jefe de policía local, Falk se verá obligado a encarar los
fantasmas de su oscuro pasado y a enfrentarse al odio visceral que
todavía le tienen algunos vecinos del pueblo.
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Cogí este libro por casualidad. Me gustó la sinopsis, me gustó el elemento de la sequía y me gustó el sitio en el que transcurría, Australia. Supongo que es ese Sexto Sentido Lector que le empuja a uno cuando ve un libro desconocido. El caso es que fue un gran acierto, una de mis mejores lecturas del 2017 y que, humildemente, propongo para el reto Serendipia.
Nos encontramos en un pueblo australiano, lejos de todo, Kiewarra, en medio de una sequía muy grave que está asolando la región desde hace un año. En una sociedad rural que vive de la agricultura y sobretodo de la ganadería esto es una catástrofe. El dinero desaparece, las personas se vuelven irascibles y pasan cosas fuera de lo común. Una de ellas es la muerte de Luke, su mujer Karen y su hijo Billy, que una mañana aparecen asesinados en su granja. Los únicos testigos de todo son la bebé Charlotte y las moscas.
Por muy tétrico que pueda parecer es un inicio que engancha mucho. A las personas "normales" nos gustan las cosas que se sitúan fuera de lo habitual y qué hay más raro en este mundo, que lo macabro.
Y en este clima, en el funeral, aparece Aaron Falk, nuestro protagonista, el mejor amigo de Luke en su adolescencia.
Aaron es un hombre solitario, uno que guarda una pena y un trauma en su interior que fue el causante de que tuviera que abandonar Kiewarra. Ya desde el principio se intuye que el pasado de Aaron es tan oscuro como lo es el asesinato de Luke y su familia. Y son los padres de su mejor amigo muerto los que le piden que se quede e investigue el asesinato de su hijo, nuera y nieto. Porque Aaron es policía. Pues sí, paradojas en la vida, el que tuvo que marcharse de su puedo acusado de un delito ahora persigue a los delincuentes.
Y aunque Aaron no se dedica a los delitos de sangre sino a los delitos económicos, accede y junto con el sheriff del pueblo, Raco, empieza con sus pesquisas. Es en este momento cuando aparece, desde mi punto de vista, la genialidad del libro. Mientras vamos buceando en el crimen, conoceremos el pasado de Aaron, Luke, Ellie y Gretchel. Un cuarteto de adolescentes que se deshace con la muerte de Ellie y que se ve más diezmado aún cuando Aaron se convierte en el principal sospechoso. Así que en realidad vamos viendo como son dos los crímenes que se intentan resolver a la vez.
Lo cierto es que después de las lecturas de este año pasado, me he dado cuenta que los libros que más me gustan son los llamados por mí "libros cebolla", que tienen capas y capas, que al final se entrelazan todas las tramas y le dan sentido al todo. Años de Sequía es un claro ejemplo de ello. Además, nos encontraremos con personajes muy bien caracterizados, con unos caracteres bien definidos y con una trama muy bien estructurada. Iremos conociendo la historia principal y a la vez, en letra cursiva, la autora nos irá desvelando sucesos del pasado, la historia de Luke y Ellie.
Y cuando seamos lo suficientemente sagaces para saber quién es el "malo", también en esa misma letra cursiva, conoceremos todo de él. Esto es algo que me gusta, que la autora no nos deje con las dudas, que podamos conocer todos los hechos.
Recomiendo encarecidamente esta novela a todo amante del thrillers, de las novelas donde el reto es encontrar al culpable. Es una pena que aún no haya llegado con la debida promoción a España, mientras en Australia, Reino Unida y EEUU es ya todo un éxito de ventas. ¿Os atrevéis a unirse a todos esos lectores?
Nos encontramos en un pueblo australiano, lejos de todo, Kiewarra, en medio de una sequía muy grave que está asolando la región desde hace un año. En una sociedad rural que vive de la agricultura y sobretodo de la ganadería esto es una catástrofe. El dinero desaparece, las personas se vuelven irascibles y pasan cosas fuera de lo común. Una de ellas es la muerte de Luke, su mujer Karen y su hijo Billy, que una mañana aparecen asesinados en su granja. Los únicos testigos de todo son la bebé Charlotte y las moscas.
"No se puede decir que la muerte fuera una novedad en esa granja, y las moscardas no sabían distinguir. Para ellas, apenas había diferencias entre los restos de un animal y un cadáver humano."
Por muy tétrico que pueda parecer es un inicio que engancha mucho. A las personas "normales" nos gustan las cosas que se sitúan fuera de lo habitual y qué hay más raro en este mundo, que lo macabro.
Y en este clima, en el funeral, aparece Aaron Falk, nuestro protagonista, el mejor amigo de Luke en su adolescencia.
Aaron es un hombre solitario, uno que guarda una pena y un trauma en su interior que fue el causante de que tuviera que abandonar Kiewarra. Ya desde el principio se intuye que el pasado de Aaron es tan oscuro como lo es el asesinato de Luke y su familia. Y son los padres de su mejor amigo muerto los que le piden que se quede e investigue el asesinato de su hijo, nuera y nieto. Porque Aaron es policía. Pues sí, paradojas en la vida, el que tuvo que marcharse de su puedo acusado de un delito ahora persigue a los delincuentes.
Y aunque Aaron no se dedica a los delitos de sangre sino a los delitos económicos, accede y junto con el sheriff del pueblo, Raco, empieza con sus pesquisas. Es en este momento cuando aparece, desde mi punto de vista, la genialidad del libro. Mientras vamos buceando en el crimen, conoceremos el pasado de Aaron, Luke, Ellie y Gretchel. Un cuarteto de adolescentes que se deshace con la muerte de Ellie y que se ve más diezmado aún cuando Aaron se convierte en el principal sospechoso. Así que en realidad vamos viendo como son dos los crímenes que se intentan resolver a la vez.
"- Hazte esa pregunta antes de salir corriendo para Melbourne. Tú y yo ocultamos la verdad: los dos. Si yo soy culpable, tú también."
Lo cierto es que después de las lecturas de este año pasado, me he dado cuenta que los libros que más me gustan son los llamados por mí "libros cebolla", que tienen capas y capas, que al final se entrelazan todas las tramas y le dan sentido al todo. Años de Sequía es un claro ejemplo de ello. Además, nos encontraremos con personajes muy bien caracterizados, con unos caracteres bien definidos y con una trama muy bien estructurada. Iremos conociendo la historia principal y a la vez, en letra cursiva, la autora nos irá desvelando sucesos del pasado, la historia de Luke y Ellie.
Y cuando seamos lo suficientemente sagaces para saber quién es el "malo", también en esa misma letra cursiva, conoceremos todo de él. Esto es algo que me gusta, que la autora no nos deje con las dudas, que podamos conocer todos los hechos.
Recomiendo encarecidamente esta novela a todo amante del thrillers, de las novelas donde el reto es encontrar al culpable. Es una pena que aún no haya llegado con la debida promoción a España, mientras en Australia, Reino Unida y EEUU es ya todo un éxito de ventas. ¿Os atrevéis a unirse a todos esos lectores?
Decían que la sequía podía acabar aquel invierno. Y, por el bien de todos, Falk deseó que esa vez no se equivocasen. El río seguía desaparecido y confió en que algún día apareciese de nuevo.
Por Nitha
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