Año: 2012
Editorial: Alfaguara
Género: Romántico/Drama
Páginas: 200
Año 1ª
Edición: 2014
Tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un
año encerrada en casa,
incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje con el mundo
real es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y
toma café, en el que Diane no ha vuelto a poner los pies.
Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala
en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de
Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su huraño y salvaje vecino, que
la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la
atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué
hacer con ellos?
|
Antes de nada he de decir que empecé este
libro porque me llamó mucha atención el título. No sé decir si soy una persona
muy feliz, pero desde luego leo mucho y tomo demasiado café.
Y me encantó. Me gustó que la
protagonista fuese muy humana y que la autora la tratase como tal. Es cierto
que en algunos momentos me daban ganas de zarandearla pero en otros me hubiese
encantado hundirme con ella en el sofá y, aunque no fumo, acompañarla con un
cigarrillo. ¿Quién no se ha sentido alguna vez cansado de todo?
“Quería dormir para siempre, sin importar dónde.”
Lo cierto que la novela tiene un principio
muy contundente, te encuentras con Diane en una situación que, si bien no la
conoces aún, sabes cómo se debe de sentir por las millones de veces que has
visto en la televisión o has leído sobre accidentes, muertes y gente que se
queda sola por esa razón. No me da vergüenza reconocer que Agnès Martin-Lugand ha conseguido que me
salte la lagrimita ya en el primer capítulo pero lo que es realmente destacable
es que es posible pasar de la felicidad a la tristeza, luego al llanto y por
último a la risa en cuestión de páginas.
Y como en una
infinidad de veces, después de sentirse presionada por el entorno Diane decide
irse a Irlanda a seguir con su duelo, para que nadie de su mundo le moleste con
intromisiones de lo que ella considera su realidad ahora, su santuario que
consiste en los recuerdos de su marido y su hija. Pero en ese pequeño pueblo de
Mulranny no encuentra la paz sino una tormenta en forma de Edward, la persona
más huraña y maleducada que os podéis imaginar.
Muchas veces ya
se ha dicho que la pasividad es peor que la rabia y creo que es eso lo que
acaba despertando el instinto de querer vivir de Diane. Es sobrecogedor ver
como el alma humana es capaz de caer a lo más bajo y luego levantarte y seguir
adelante. Por cierto, la autora es psicóloga clínica así que, que nadie espere
los típicos y ñoños comentarios sobre lo difícil que es la vida. El tema es
tratado con extraña ligereza y fluidez.
Y desde luego
lo más me gustó es ese regusto dulce que sentí al leer la última página. Allí
sí que pensé que por leer y tomar café podía ser feliz.
“Me venció la emoción. No hice ningún esfuerzo por evitar las légrimas.”Me parece que se merece:
Por cierto, la editorial Alfaguara ha puesto a disposición de todo el mundo las primeras páginas de forma gratuita. Os dejo el enlace a un click aquí.
Por Nitha
No hay comentarios:
Publicar un comentario