23 de marzo de 2015

Salvaje por Cheryl Strayed


 




Editorial: ROCABOLSILLO

Nº de páginas: 368 págs.

Género: autobiográfico

1ª Edición: 2012









Un libro poderoso e incendiariamente honesto: la historia de los 1800 kilómetros que la joven autora anduvo en su recorrido a pie por la cordillera del Pacífico de los Estados Unidos.


Con veintidós años creía que lo había perdido todo en la vida, tras tomar la decisión de separarse y de que su madre muriera de cáncer. Sus hermanos se dispersaron y ella se quedó sin pilares sobre los que construir su vida. Cuatro años después de la muerte de su madre toma la decisión más impulsiva de su vida: recorrer el camino del las Cumbres del Pacífico, una ruta de senderismo que recorre toda la costa oeste de los Estados Unidos, desde el desierto Mojave en California y Oregon al estado de Washington. Y decide hacerlo completamente sola. Sin ninguna experiencia en senderismo, y ni tan solo habiendo pasado jamás una noche al aire libre, para ella se trataba de ¿una idea, vaga y extravagante y prometedora? Pero esa promesa se convirtió en la necesidad de volver a juntar las piezas del rompecabezas en que se ha convertido su vida. Narrada con suspense, estilo, sentido del humor y ternura, Salvaje consigue atrapar el miedo y los placeres en la vida de una joven que se encuentra en el proceso de forjar su vida contra toda expectativa, en el viaje que la volvió loca, que la fortaleció y que acabó por sanarla.



Este es el típico caso en que la película hace famoso un libro y fue esa la razón por la que decidí leerlo, antes de ver lo que Reese Witherspoon haría con el personaje de Cheryl Strayed. Y aún no sé lo que ha hecho, y por eso mi reseña se basa exclusivamente en las páginas que acabo de terminar.

Nuestra protagonista es una mujer que está perdida en una vida que se está tambaleando porque en poco tiempo todo aquello que ella daba por sentado ha desaparecido. Y todo final tiene un comienzo, que en este caso es la muerte de su madre. Como fichas de dominó luego “cae” su relación con sus hermanos, su padrastro, su marido, su salud y en ciertas ocasiones su cordura. Y por todo ello, Cheryl se pierde a sí misma.

Y es entonces cuando se plantea y decide caminar el Sendero del Macizo del Pacífico, una ruta nacida en la cabeza de otra mujer, allá por los años ’20, pero que no se completó hasta muchas décadas después.

“Era un mundo en el que nunca había estado y que, sin embargo, como bien sabía, siempre había existido; un mundo en el que había entrado a trompicones, afligida, confusa, temerosa, y esperanzada. Un mundo que, según pensé, me convertiría en la mujer que yo sabía que podía llegar a ser y, a la vez, me permitiría volver a ser la niña que había sido en otro tiempo. Un mundo cuyas dimensiones eran medio metro de ancho y 4.285 kilómetros de largo.”

En el libro leemos cómo se desarrolla una aventura de alguien totalmente no preparado pero que consigue superar sus límites día tras día, que a pesar de todos los obstáculos continúa hacia adelante y que, aunque piensa en abandonar, siempre acaba encontrando una razón para seguir.

“Atónita, ahogué una exclamación, pese a que llevaba treinta y ocho días en medio de aquella agreste naturaleza y a esas alturas sabía ya que cualquier cosa podía ocurrir, y que ocurriría. Pero no por eso dejaba de asombrarme cuando por fin sucedía.”

Todo transcurre durante el verano del año 1995 y el que quiera sumergirse en esa novela lo ha de tener presente, porque algunos de los pasajes sorprenden hasta parecer raros hoy en día. Pero han pasado 20 años desde entonces y hoy la sociedad ha cambiado en algunas cosas. Por ejemplo, podría mencionar el consumo de heroína, que hoy es algo mal visto por muchas persona, por todo lo que implica, pero que en 1995, sólo 1 años después de la muerte de Kurt Cobain, era algo aún muy común.

Pero a pesar en no compartir algunas rarezas de la historia de Cheryl y de ser ella una protagonista que en ocasiones una querría sacudir para hacerla entrar en razón, es a la vez una mujer fuerte, que está haciendo un viaje que le cambia la vida día a día, kilómetro a kilómetro. Y hay muchas frases, pasajes enteros, que una se apunta porque son importantes, porque suenan a sabio o porque simplemente le hacen a una reflexionar.

“Sabía que si permitía que el miedo se adueñase de mí, mi viaje estaba condenado al fracaso. (…) El temor engendra temor. La fuerza engendra fuerza. Me obligué a engendrar fuerza. Y al cabo de un tiempo dejé de tener miedo realmente.”

Pero lo que más me ha gustado de este libro es que la autora es capaz de transmitir sentimientos, sensaciones que son muy personales y etéreos, que son diferentes en cada persona. He sentido miedo de la protagonista y he sentido el dolor cuando se le caen las uñas, y la sed cuando se quedaba sin agua. Eso para mí es extraordinariamente difícil de conseguir y solo por eso vale la pena sumergirse en esa novela.

“Pero nadie se rió. Nadie se reiría. El universo, como yo había descubierto, jamás bromeaba. Se apropiaba de lo que le venía en gana y nunca lo devolvía.”

Por supuesto que recomiendo este libro, y por supuesto que le doy la máxima puntuación.

Por Nitha

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