Editorial: Impedimenta
Nº
Pág.: 346 pág.
Género: Novela, Realista
Fecha de publicación original: 1984
Primera edición: septiembre 2017
Primera edición: septiembre 2017
Stanley Duke se adentra plácidamente en la edad madura. Nada parece
importunar su vida acomodada hasta que, de repente, su hijo Steve se
vuelve loco. A partir de ese momento, Stanley se ve acosado por las
mujeres que le rodean, unas criaturas que le antojan neuróticas,
cascarrabias o simplemente caprichosas: Nowell, su primera esposa,
actriz televisiva y reina del drama; su mujer actual, Susan, una
escritora reputada que no se muestra muy solidaria ante el descenso de
Steve a los pozos de la locura; la madre de Susan, una esnob con título
que mira a Stanley como si fuera un arribista; o Trish Collings, una
psiquiatra manipuladora y tornadiza que sugiere que el culpable de la
esquizofrenia de su hijo es el propio Stanley. A medida que todas ellas
van comiéndole gradualmente la moral, Stanley empieza a preguntarse si
la insensatez no es algo con lo que todas las mujeres lidian en su vida
íntima.
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Hoy os traigo una novela inusual en mi biblioteca, de aquellas que no leería pero que por casualidades de la vida ha acabado en mis manos. Aviso a navegantes: abstenerse de leer por aquellas personas sensibles a los machismos o que no sean capaces de tomarse todo a broma y simplemente disfrutar de la lectura.
"Kingsley Amis y Stanley y las mujeres: un Caso ClínicoO: cómo escribir un libro de divorcio, intentar la novela borde, suicidarse artísticamente y molestar a tus enemigos (pero también a tus amigos)"
Nuestro protagonista es Stanley, un hombre ya entrado en la madurez, casado con su segunda mujer, nada extraordinario y del todo mundano. Trabaja en el sector de la publicidad aunque le encantan los coches. En fin, nada destacable, alguien que podría ser cualquiera de nosotros. Un día cualquier, en una tarde cualquiera su hijo, Steve, se presenta en su casa y empieza a comportarse de forma muy extraña. Bebe litros de agua, habla con un tono extraño, y hace cosas que un padre identificaría en seguida como fuera de lo ordinario. No es él mismo y, aunque en lo más profundo de su conciencia Stanley sabe que algo pasa, tiene la esperanza que sea sólo una fase, un mal día y lo ignora.
Pero conforme van pasando las horas se hace evidente que Steve no está bien. Empieza a hablar de una conspiración mundial, de la Atlántida, de que nos están escondiendo la verdad universal de la historia y cosas similares y Stanley ya no lo puede ignorar más. A partir de entonces es cuando se desencadenan los acontecimientos.
Lo cierto que es esta novela no va sobre la locura, o la locura clínica del hijo de Stanley. En este caso el autor nos habla de otra clase de locura, la del sexo femenino. En toda la novela iremos leyendo frases hirientes hacia el otro sexo. Cuando leí la sinopsis fue eso lo que me llamó la atención. Hoy en día estamos tan acostumbrados a esas ideas sobre la igualdad, el ser políticamente correcto en todo y no traslucir ningún tipo de trato a favor de ningún sexo, me pareció una novela fuera de lo común. Probablemente si hubiera sido escita en el siglo XXI hubieran abucheado al autor, le hubieran crucificado y demás.
Stanley y las mujeres puede considerarse como lo que tal vez sea: un esputo verdoso, purulento, que Amis alojaba en su garganta y que necesitaba sacarse de dentro para poder seguir adelante, para volver a escribir desde la cordura y la compasión. Por Kiko Amat (extraído del Prólogo)
Pero no es el caso, Stanley y las mujeres fue escrito en 1984, por un Kingsley Amis profundamente amargado tras su segundo divorcio. Decepcionado con sus parejas femeninas, harto de las mujeres y desencantado de la vida conyugal. Ese cóctel molotov dio lugar a esta novela ácida, con frases hirientes, con tintes de comedia negra. Y veremos que en realidad es un reflejo del pensamiento de esa época, puesto que no sólo las mujeres reciben "su dosis" sino también otros colectivos minoritarios, como los judíos o personas de clase baja o los gays (o maricas, que es como los llama Stanley). Lo cierto, es que no me ha quedado claro qué es peor, ser homosexual, un judío o tener acento de clase baja.
Es un prodigio lo de Nowell, ¿no te parece? Coño, hacía casi diez años que no la veía y parece que no ha pasado un solo día por ella. Pero, claro, las narcisistas suelen conservarse muy bien. Y los maricas. Interesante esto último.
Todo y así no ha sido ni será mi novela favorita. Y no es por el menosprecio que muestra el autor con ciertas personas, ni siquiera los insultos velados al género femenino me han echado atrás. Me has arrancado una sonrisa por lo que ridículo que suena hoy en día todo esto (cosa bastante afortunada) y eso es un signo que hemos avanzado en alguna cosa. Pero la verdad es que me ha parecido un poco aburrido todo. No he conectado con ningún personaje. Tampoco es fácil. Porque sólo conoceremos los pensamientos de Stanley y es muy limitado en cuanto a ellos, aunque haya momentos en que dice cosas sorprendentemente racionales. No deja de ser un hombre casi cincuentón simple y con aspiraciones sencillas y pensamientos unidireccionales.
Los personajes femeninas me han parecido hechas a medida para aborrecerlas. Nowell, la primera mujer de Stanley es una fabuladora, una actriz con aspiraciones, a la que a veces me ha dado ganas de zarandear. Susan, su mujer actual es demasiado esnob y estirada. Se ve de lejos que no es trigo limpio y que es una mentirosa. La Dra. Collins, psiquiatra de Steve, es una incompetente, feminista de las de antes, que culpa a los hombres de todas las desgracias, incluida una eventual enfermedad mental de la descendencia. La Sra. Daly, suegra de Stanley, es de lo peor que hay, un resto de la vieja monarquía que se niega a entender que las clases arribistas han llegado a su final. En fin, como podréis comprobar, yo también he llegado a odiar a las mujeres de Stanley.
"-Sí -dije-. A decir verdad, no imaginaba que la opinión profesional del doctor Nash fuera que todas las mujeres de más de dieciocho años padecen algún tipo de trastorno mental. Así que no se trata solo de una expresión, de una simple forma de hablar. Y no se refiere a que sean unas pelmazas, aunque muchas de hecho lo son. Es lo que intento decir. Esas mujeres tiene la imagen distorsionada de la realidad. Desde luego, no hasta el punto de creerse Napoleón, pero, de cualquier modo, la imagen está distorsionada. Más que en el caso de esos tipos que piensan que la Tierra es plana, porque al menos con ellos se puede mantener una buena charla sobre fútbol. Pero con ellas, esta disonancia se extiende a todos los aspectos de su vida".
Por último no puedo dejar de destacar dos cosas. La primera y muy positiva es la relación padre e hijo. Kingley Amis escribió el libro en un momento de odio a sus mujeres pero es indudable que amaba a sus hijos (tuvo tres) y siempre fue un padre devoto (lo dicen sus propios hijos). Esto se trasluce perfectamente en la novela, cuando Stanley, pese a estar Steve como está, siempre se pone de su parte, hasta el punto que Nowell, la madre, deja de preocuparte por Steve y es Stanley quien lo acoge en su casa, lo visita y se ocupa de todo él.
Y la segunda es el alcohol. Madre mía! Cómo fluía el alcohol en aquella época. Dejo el tema del tabaco aparte porque eso ya lo tenía presente. Pero el alcohol... Me ha dejado boquiabierta. Seis wiskies al día, varios gintonics al salir del trabajo y sin problemas para coger el coche luego. En fin, lo quería dejar patente porque realmente es impresionante cómo era la gente de borracha en los 80'.
Y aunque es un libro que se me ha hecho lento en su argumento, confieso que lo he leído muy rápido. Queda patente que el escritor es una buen novelista. Usa las palabras de forma adecuada y casi te deslizas por sus páginas sin darte cuenta, lo cual se agradece. No será un libro que le recomiendo a nadie especialmente pero para leer cosas que le guste a uno también se ha de topar con aquellas novelas que no le emocionen tanto.
Por Nitha
No conocía este libro. Creo que podría gustarme, así que lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya nos contarás qué te pareció!
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